sábado, 25 de enero de 2014
SENSATEZ (por Erick Gonzales y Andrea Scaler Wakeham)
(Nota de redacción: En vísperas de conocerce el fallo de la CIJ de La Haya sobre el diferendo marítimo entre Chile y Perú considero acertado y oportuno publicar una nota alusiva escrita a dúo por dos amigos de Manhattan, con cuyas conclusiones me hallo enteramente de acuerdo).
A pocos días de que la CIJ de La Haya emita su dictamen sobre el diferendo marítimo entre Perú y Chile, no nos debió sorprender que con la debida - y calculada- anticipación se hubieran hecho presente , inconsulta y espontáneamente, ciertos líderes polticos -los de siempre- haciendo "llamados patrióticos" que no consiguen otra cosa que causar alarma entre ciertos sectores de la población o caldear los ánimos de esos "patriotas" que a falta de cosas importantes a qué dedicarse, están en todo momento prestos a echarse encima la blanquirroja y salir a las calles a "defender el orgullo y la dignidad bicolor", aunque en realidad sepan poco o nada de lo que se trata.
Esa irresponsabilidad de los caciques de la política peruana pone en evidencia que mentalmente siguen aprisionados (¿voluntariamente? ¿por incapacidad? ¿por avidez?) en los tejemanejes y las taras de las arcaicas e involutivas eras caudillistas. Lo que les importa es maquiavélicamente hacer noticia, promocionarse -generalmente con recursos vedados o nada éticos- para los comicios que vendrán. Ese es su fin, la patria es uno de sus medios para arribar a ese fin.
El lunes 27 es un día apropiado para demostrar madurez y civismo, vale decir, para dejar de lado patrioterismos al estilo barra brava. El mayor triunfo, ese día, será para quien sienta el orgullo de saber acatar un fallo con serenidad y limpieza, aunque sea adverso, sin arranques ni de jactancias lumpen ni de frustraciones infundadas o descontrol. Quien proceda así estará dando a conocer al mundo su idiosincrasia civilizada y su voluntad bienintencionada. ¿Estaremos los peruanos a la altura de las circunstancias?
El tema de la resolución de la CIJ de La Haya, ni siquiera debería pasar de ser una noticia más para ninguno de ambos países. A estas alturas de la historia no podemos abrigar temores por posibles rencillas o reacciones cavernarias.
Acatar el fallo, y darle correspondiente curso, debería ser un acto sobreentendido y fuera de toda cuestión.
Ambos países tienen mucho que dar de sí, y si se liman asperezas inútiles y trasnochadas se descubriría que trabajar en cooperación resulta más positivo y provechoso que el mirarse con desconfianza.
Nuestros votos para que reine la cordura. De que haya gente de buena voluntad y sanas intenciones en ambos países no tenemos duda y esperamos que esa fuerza común unida prevalezca sobre las inquietudes insanas de quienes trafican con la maldad y la violencia.
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